jueves, 28 de agosto de 2008

Al oído


¡Cuéntame la historia que amargó tu vida,

cuéntame que embate del dolor sufriste,

que tu faz ha vuelto mustia y dolorida

y hace a tu mirada tan baga y tan triste!


Quiero que abandones tus exangües manos

en mis manos, ávidas de consolaciones,

y abramos las puertas de nuestros arcanos

para oír qué dicen nuestros corazones.


Las horas pasemos rimando esas hondas

semioscuridades de nuestros destinos,

mientras besa el viento tus guedejas blondas

y copien mis ojos tus ojos divinos.


Y al morir la tarde, cuando las pavesas

de la roja hoguera del sol contemplemos,

tal vez se confundan nuestras dos tristezas…

¡Quizás nos amemos…, quizás nos amemos…!


Ernesto Noboa Caamaño ( 1891-1927)

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