Nuestro amor fue una quimera mal envuelto en papel de plata.
Espeso, líquido y maloliente.
Y nos lo fumamos hasta al borde del paro cardiaco.
Fue el culmen de nuestros excesos, nos consumimos el uno al otro
hasta quemarnos los dedos, los pulmones y nuestro corazón o lo poco
que nos quedaba de él.
Lo nuestro fue un camino sinuoso tan oscuro y frío que nos
incineramos por llevar luz al agujero negro.
Nos quemamos, nos fumamos, nos drogamos, nos engañamos.
Ya no hay un jinete onírico virtual, ya no corre en el corcel de tus bragas.
Me caí y me clavé mi propia lanza.
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