El puente del Arco Iris
se endereza y te hace señas,
el carro de siete colores que las almas acarrea
y que las sube, una a una,
por las astras de la sierra...
Estaba sumido el puente
y asoma para que vuelvas.
Te da el lomo, te da la mano,
como los puentes de cuerda,
y tú le bates los brazos
igual que peces en fiesta....
Ay, no mires lo que miras,
porque de golpe te acuerdas
y cogiéndote del Arco
- sauce que no se quiebra -
te vas a ir por el verde,
el amarillo, el violeta...
Ya mamaste nuestra leche,
niño de María y Eva;
juegas con la verdolaga
delante de nuestras puertas;
entraste en casa de hombres
y pides pann en mi lengua.
Vuélvele la cara al puente;
deja que se rompa, deja,
que si subes me voy como loca,
y te sigo la Tierra entera!
Gabriela Mistral, Cuenta - Mundo
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